sábado, 3 de noviembre de 2018

Capítulo 6: La fiesta LGTB



-No puedes seguir así, tienes que salir a la calle.- Decía María Beata mientras echaba un vistazo a varios montones de basura en la esquina.- Te vas a venir hoy conmigo de fiesta y vas a conocer a unos amigos, ya verás que lo vas a pasar bien.

Zux veía regular tirando a la baja la idea de sacrificar su plan de Sábado noche en pos de cumplir los caprichos de su pecaminosa amiga. Esa noche tenía pendientes 4 capítulos de una serie de Anime que trataba sobre unas tortugas que se habían convertido en monos (tortuga) y buscaban la receta del Ali-Oli.

Se empeñó en no ir, se revolcó haciendo la croqueta por el suelo, se abrazó a una sábana y se mecíó mientras recitaba un mantra y le dió varias patadas a una almohada mientras señalaba a María y gritaba: ¡¡Ésta eres tú, tú me has obligado, me duele a mí más que a ti!! (Y no mentía, pues la almohada era inerte, María aunque atónita estaba ajena a la agresión y la pierna de Zux en movimiento le causaba un tremendo dolor debido al desuso.)


Finalmente ambos salieron a la calle, eran las 6 de la tarde (Horario de la Mojonópolis), Zux no recordaba la última vez que salió tan sumamente temprano a la calle.



Iba vestido para la ocasión, tenía un chaleco beige desabrochado, dejando ver su barriga bien alimentada y peluda (previamente embalsamada en aceite de girasol sacado de la freidora para que brillase más). Además, se había puesto su bañador verde mosca con motivos amarillos, y unos crocs grises con calcetines blancos que le compró su madre varios años atrás en el chino de abajo, el que cerró sanidad, y eso que no vendían productos alimenticios.

- Iremos en mi coche.- Aseguró María mientras ambos pagaban el euro veinte al conductor del autobús. Zux no acababa de entender la situación, pero optó por no pensarlo demasiado porque tenía agujetas en el lado derecho del cerebro.         

Durante el trayecto, un adolescente de un tamaño descomunal estaba sentado dos asientos más atrás, en lo que se conoce como el gallinero. Tenía la boca abierta y la mirada perdida, y a través de su camiseta hecha jirones se podían divisar dos columnas que tenía como brazos. Poco a poco, Zux empezó a escuchar un sonido emitido por este joven, era una vocal mantenida, no sabía exactamente cuál y si el diccionario la llegaba a recoger. De repente, dio un respingo y empezó a golpear el asiento que tenía delante con muchísima agresividad mientras gritaba: ¡Cara al soool, con la camisa nueeeeeva!




La escena se repetía constantemente, sin descanso, sin tomar aire entre frase y frase. Afortunadamente el trayecto fue breve y dos horas y media después bajaron en su destino. Hacía un poco de frescor veraniego costero, así que Zux decidió abrochar el botón del chaleco más cercano al cuello.

María guió a Zux por unas escaleras que bajaban a una especie de sótano, que, a criterio de nuestro protagonista, no tenía buena pinta. Al entrar, se encontraba en lo que había leído llamaban un bar de ambiente, con luces de neón y muchísima gente pintorésca. María guió a Zux hasta la parte de atrás del local, donde cuatro hombres y una señorita estaban sentados alrededor de una mesa redonda, en unos sofás que parecían cómodos, hasta que te sentabas y te dabas cuenta de que eran de plástico del que hacen los Action Men.

-Os presento a Jesús, es un amigue de la Mojonópolis, es la primera vez en mucho tiempo que sale de fiesta así que echadle una mano para que se sienta cómodo.- Dijo María gritando sobre la música.


¡Hola Hezúuuu!- Dijeron todos al “unísono”, menos un señor con pronunciadas entradas y una enorme barba que le daba semejanza con el profesor bacterio.




-Me llamo Antonia Manuela de la Perla de los Dolores.- Dijo este señor con barba. Zux estaba sorprendido pues no esperaba que un señor de esas características se llamase igual que su madre.- Y soy trans, me genderizo como una mujer, así que si te equivocas y me llamas “Él” me vas a ofender muchísimo.

-Entonces, qué eres, ¿Una mujer que se ha vuelto hombre o un hombre que se ha vuelto mujer?- Preguntó con curiosidad Zux. Aunque, no esperaba que todos los presentes le mirasen con cara atónita, con una mezcla de sorpresa y asco. La música pareció parar, y todos los presentes en el pub se giraron a mirarle con la misma expresión. Afortunadamente María los calmó a todos explicando que era un chico un poco especial que no solía salir mucho a la calle y estaba ajeno a la actualidad social.

La música volvió a sonar, era un ritmo extraño sobre el que Zux parecía percibir una frase que se repetía constantemente: “Te daré con la banana, te daré con la banana, te daré hasta que te duela, te daré hasta mañana”.

-Me llamo Pedro.- Dijo la señorita que estaba sentada al lado de Antonia Manuela. Zux había aprendido de su error anterior, empezó con mal pié por cuestionar la sexualidad de uno de los presentes, y eso ofendió a varios colectivos minoritarios, así que esta vez optó por simplemente decir: Encantado.



De nuevo, la música paró, y todos se giraron nuevamente para mirarle, esta vez con una expresión de aguantarse un insulto. Zux no entendía su error.
-Verás.- Comenzó María. -Cuando conoces a alguien hoy en día, tienes que decirle encantade, acabado en e, de esa forma usas el género neutro y evitas prejuicios.-

-¡Encantade, Pedre!- Se apresuró a decir Zux, con expresión de arrepentimiento. Todos los presentes, especialmente Pedro, sonrieron con dulzura, y todo retomó su curso natural.

-Eres encantader, Jesés, la verded, me alegre muche de conocerte.- Dijo Pedro para nada forzado.

-Yo soy Julián Paredes, vendo zapatillas deportivas en la puerta del metro, encantade.- Dijo el segundo joven allí sentado. Se trataba de un chico de apariencia normal, el típico milennial, sin nada a destacar. Parecía además alguien que no se ofendería con facilidad. Aunque, a Zux le extrañó que fuese comerciante en la boca del metro, pues por allí no pasaba el metro y el más cercano era el de la capital a más de 800 kilómetros.

-Encantade, Julién, pero, ¿En qué metro es donde tienes el puesto?- Un incómodo silencio reinaba la sala, Zux esta vez si que estaba más perdido que una cabra en un garaje, y por la mejilla de Julián caía una lágrima.



Zux, no puedes romper los sueños de los demás sólo porque no los comprendes.- Irrumpió María, esta vez incluso ella estaba ofendida.

Zux se apresuró en corregir su fatídico error: - Discúlpame por favor, he sido una persona horrible, prometo cambiar, dame otra oportunidad.

Julián sonrió, dió una palmada en el hombro a Zux y le dijo: Era broma, si soy tu amigue en verdad.


- Yo me llamo Pestucio Di'Pocilga.- Dijo un señor de unos 35 años con un serio problema de sobrepeso que debía rozar el metro noventa. -Encantade.-

-Encantade, Pestucie.- Dijo Zux sonriente. La música de nuevo paró, se hizo un silencio incómodo. Pero al darse cuenta el inexperto DJ, se apresuró en reproducir la siguiente canción de la lista.


- Pues yo me llamo Pepe Piojo y sois todos unos subnormales, unos maricones y unos hijos de la gran puta.-
Dijo el joven restante que estaba en la mesa. -Encantade, Pepe Pioje.- Se apresuró a decir Zux.


La noche continuó sin más incidentes.




-Propongo jugar al “Yo nunca”.- Sugirió María después de que sirviesen unos cócteles afrodisiacos de varios colores. Todos estaban de acuerdo, menos Zux, el cuál quería irse a su casa, taparse hasta la cabeza con una sábana y llorar desconsoladamente.

- Empiezo yo. Yo nunca me he acostado con más de cinco persones en una noche.- No hubo acabado María la frase cuando todos, a excepción de Zux, dieron un trago a sus cócteles.

- Venga va, me toca.- Dijo el barbudo Antonia Manuela. -Yo nunca he limpiado el inodóro a fondo con el cepillo de dientes de mi compañero de piso.- Pepe Piojo bebió.


- Yo nunca he besado hormigas estando borracho.- Dijo Pedro, Zux apartó las hormigas de su boca y bebió.



- Venga Zux, te toca.- Apuntó María. -De acuerdo, emm... Yo nunca le he tirado la mugre de debajo de las uñas de los piés al pelo de una señora octogenaria en una corrida de toros.- Una vez Zux acabó su frase, María miró alrededor nerviosa, dio un trago y le dijo: Eres un imbécil, Zux.





- Creo que me toca.- Dijo Pepe Piojo. - Yo nunca he sido un personaje de un libro de mal gusto de un escritor sin ningún tipo de talento, experiencia o preparación previa sin gracia alguna y que además sus absurdas y mal narradas historias ofenden a varios colectivos minoritarios.- Nadie bebió.

jueves, 15 de febrero de 2018

Capítulo 5: Disculpas del Autor

Han pasado muchos años desde que escribí la última entrada de este blog... y.. ¡Qué avergonzado me hallo! ¿Cómo pude ser tan ofensivo e irrespetuoso? Era joven y pensé que era divertida la humillación de personajes ficticios que podían protagonizar aventuras solidarias y con objetivo de concienciar en lugar de ofensivas narraciones que no llevan a buen puerto.

Por eso, he decidido escribir un nuevo episodio de Las Crónicas de Zux, comprometido con los problemas de la sociedad de hoy en día que verdaderamente merecen la atención, como la violencia de género, aunque, personalmente, me aterra más la violencia de número, pues no es lo mismo que te pegue un hombre a que te peguen cinco,


Han pasado muchos años desde que Zux conoció a Potricia, mejor conocida como la dama de mirada distraída. Muchas cosas han cambiado en su vida, pues, recientemente, Zux ha adquirido un ratón inalámbrico para poder seleccionar el siguiente capítulo de una serie sin levantarse de su sillón temático de los pingüinos de Madagascar. No obstante, un suceso inaudito cambió para siempre la visión de nuestro querido protagonista acerca del mundo que habitaba.

Un día un personaje de su nueva serie, Fujitsu No Naku Desuné Pambimboku, dio a entender durante 48 capítulos que era una linda doncella, lo que llevó a Zux a fantasear con ella (A espaldas de Potricia, no obstante, luego se disculpó debidamente), hasta que en el capítulo 49 desveló que se trataba de un señor, un caballero de pelo en pecho. Eso llevó a Zux a cuestionarse seriamente su sexualidad e identidad de género.

Al día siguiente, Zux, completamente decidido a finalmente cambiar la vida que había llevado hasta ahora, se calzó las chanclas, se puso su abrigo de ardilla, y salió de su cuarto al salón, donde Potricia se había caído de la silla y trataba de levantarse en vano, dando vueltas sobre si misma mientras pataleaba y emitía gemidos de desaprobación. Tras hacer palanca con la escobilla del váter, Zux la ayudó a levantarse y fue entonces cuando le confesó lo que sentía: No tenía claro su identidad de género, no sabía si era hombre, mujer u otro, a lo que Potri contestó que no veía ningún problema pues ella (o él) era un hombre. Además un hombre blanco heterosexual, para más inri.



Juntos, investigaron en internet la vía de poner fin a tan enrevesado entuerto. Diría que la búsqueda la hicieron en el portátil de Keroro, la ranita maricona, pero eso es algo ofensivo así que en lugar de eso, lo hicieron en un portátil amarillo con pegatinas de fresas.
Finalmente, encontraron lo que creían que era la solución. Ir al centro habilitado en la Mojomierda para personas que padecen LGTBRMHZTDSPTSKBASCIIZRETICULI, donde finalmente podrían determinar el género (y número) de Zux, y ya puestos de Potricia, y de Benancio, un vendedor de Sandías que se ponía en los mercados de los Jueves y que compartía piso con ellos.

Así fue como se dispusieron a ir, Zux se cambió de ropa y se enfundó en un mono azul de trabajo, sobre el cuál volvió a colocar su abrigo de ardilla pues refrescaba afuera (42º C), al llegar allí, le explicaron que realmente su género era difícil de determinar (Lo cuál trajo a Zux recuerdos de las historias sobre su nacimiento, tras el cuál le ataron tres días y seis noches a la pata de una camilla para determinar de qué especie se trataba), pero que mientras hacían el estudio, Zux podía considerarse de ningún género, y a la vez de todos a la vez. Zux estaba muy contento, pues esa "mañana" se levantó siendo hombre y ahora no era nada, aparte de tener 72 géneros reconocidos y 3 en fase beta.


Así fue como Zux, emprendió una nueva aventura tras su regreso de panchitópolis, en la cuál adoptó el estilo de vida moderno. Cada vez que iba a la panadería y pedía dos baguettes, si se las servían con los picos asomando por fuera de la bolsa él hacía un gesto amanerado, ponía cara de desagrado mientras se echaba la bufanda por detrás del hombro y decía:

- Me ofende.

Cada vez que su ¿Novia? se empeñaba a gritos y puñetazos en los ojos (tanto en los de los que la rodeaban, como en los suyos propios con la esperanza de enderezar el entuerto) en ver una película de princesas Disney (Con las que se sentía identificada), Zux ponía cara de desagrado cada vez que la princesa asomaba en pantalla con sus vestidos y coronas de brillantes, hacía un gesto amanerado y se echaba la bufanda para atrás del hombro y decía:

- Me ofende.

Cada vez que Benancio volvía borracho del Bar a las 4 de la mañana y pillaba a Zux en plena faena viendo Anime de niñas de dudosa legalidad, le bajaba los pantalones y agresivamente le realizaba un sondeo, Zux, mientras se sujetaba con una mano al suelo, ponía cara de desagrado, hacía un gesto amanerado y se echaba el flequillo por detrás de la oreja y decía:

- Me ofende, pero no pares.